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サマリー
あらすじ・解説
Después de haber comido un buen asado, el padre Zink se recostó en el bosque de la Misión para rezar un poco, y se quedó dormido. De repente notó que estaba flotando sobre una gran masa de agua oscura. Sus manos sostenían temblando la escopeta en la garganta. Una voz le dijo: —Estás cansado, cristiano. Diste lo mejor de vos, e igual el mal sigue avanzando sobre los hombres. Todos estarán tristes por un tiempo, pero lo superarán. Te harán un par de estatuas y unos homenajes a los que cada año asistirá menos gente… El mundo será un lugar mejor sin vos… Apretá el gatillo y dejá que la sangre te arrastre al olvido. Ya ni Dios puede salvarte. Al cura se le escaparon unas lágrimas, y cientos de voces de jóvenes empezaron a hablar juntas: —¿Quién va a jugar con nosotros en el patio? ¿Quién me va a confesar? ¿Quién me va a enseñar a afilar el cuchillo? ¿Y a amansar un potro? ¿Quién me va a ofrecer un mate y un buen consejo? ¿Quién me va a dar agua bendita cuando me duelan las muelas y el alma? ¿Quién va a bendecir mi auto? ¿Quién me va a casar? ¿Quién va a bautizar a mis hijos? ¿Quién va a sacar al Diablo a patadas cuando venga a ensuciarnos? El padre despertó de golpe y vio un zorro. Es común que el demonio se meta en ellos para espiar y jugar con la mente de los paisanos. El bicho lanzó un ladrido agudo e intentó morderlo, pero el padre le disparó. Luego llevó el cadáver al padre Ticó para que lo embalsamara. Hoy se lo puede ver en el museo Fagnano; es el que parece que hubiera mordido un limón.
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