En el tercer capítulo, Ricardo desprecia el dolor de Nora, la empleada del hogar que acaba de perder a su perro. Mientras tanto, Misael intenta resistir en silencio, pero en el instituto lo espera otro golpe: Rafa lo obliga a asistir a una fiesta, revelando que su padre ha pagado por su "integración". Cuando su mejor amigo, Miguel, es agredido y humillado por racismo, Misael se traga la rabia… pero algo en su interior comienza a romperse.

De regreso del coto, Ricardo presume la caza ante un socio mientras obliga a Misael a mentir sobre quién disparó. El ambiente se torna cada vez más incómodo, y al llegar a casa, las tensiones familiares estallan.

Ricardo humilla a su esposa, reprime a su hija por jugar al fútbol y golpea a su hijo tras un estallido de valentía.

La violencia doméstica, el machismo y el autoritarismo se hacen palpables.

En el primer capítulo de Tres vidas para morir, Ricardo obliga a su hijo Misael a acompañarlo a una brutal jornada de caza. Frente a un jabalí hembra y sus crías, el joven no puede disparar... y su padre le da una cruel lección sobre “lo que significa ser un hombre”.

La violencia escala hasta un punto insoportable, revelando la fractura emocional entre ambos.