『The Cry on the Cross Solving a Paradox Hno David K Bernard』のカバーアート

The Cry on the Cross Solving a Paradox Hno David K Bernard

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このコンテンツについて

"Dios Mío, Dios Mío, ¿Por Qué Me Has Desamparado?".

1. La Unidad de la Deidad y la Naturaleza de Jesús:

El texto enfatiza que el grito de Jesús no significa una separación real entre el Padre y el Hijo, ya que Jesús es Dios mismo. Se citan pasajes bíblicos para sustentar esta afirmación:

  • "Yo y el Padre uno somos" (Juan 10:30).
  • "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo" (II Corintios 5:19).

La fuente argumenta que Jesús era "Dios Padre manifestado en carne para reconciliar consigo al mundo". Por lo tanto, no hubo un abandono de una persona de la Deidad por otra.

2. La Interpretación del Grito de Desamparo:

La obra clarifica que el clamor de Jesús no indica que el Espíritu de Dios lo había abandonado, sino más bien que "no había ninguna ayuda del Espíritu en Su muerte sacrificatoria de substitución para la humanidad pecaminosa."

Se subraya que el sufrimiento en la cruz fue experimentado por la naturaleza humana de Jesús, no por la divina. El texto descarta la idea de dos "hijos" (uno divino y otro humano), sino que postula la existencia de dos naturalezas (divina y humana) fundidas en una persona.

  • "No era una persona de la Deidad que fue abandonada por otra, sino más bien la naturaleza humana que sintió la ira y el juicio de Dios sobre los pecados de la humanidad."

3. El Propósito del Sufrimiento de Jesús: Sustitución y Castigo del Pecado:

La esencia del argumento es que el grito de Jesús expresa su papel como sustituto del hombre pecaminoso. Él tomó el lugar de la humanidad y "sufrió el castigo completo para el pecado". Se niega cualquier disminución del sufrimiento debido a su deidad.

  • "lo que Jesús quería decir cuando El gritó, 'Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has desamparado?' era que El había tomado el lugar del hombre pecaminoso en la cruz y que El había sufrido el castigo completo para el pecado."
  • "Cristo tomó nuestro lugar y sufrió la muerte que merecíamos (Romanos 5:6-9)."

4. La Naturaleza de la Muerte de Cristo: Más Allá de lo Físico:

El texto profundiza en la idea de que la muerte de Jesús fue más que un simple fallecimiento físico. Fue una muerte espiritual, definida como "la separación de Dios" (II Tesalonicenses 1:9; Apocalipsis 20:14).

  • "Esa muerte era más que una muerte física; también implicó una muerte espiritual, que es la separación de Dios."

Se compara esta experiencia con la que un pecador sentirá en el "lago de fuego", resaltando que nadie en la Tierra ha experimentado este grado profundo de separación, ya que la vida y las cosas buenas provienen de Dios. Jesús, sin embargo, "experimentó la última muerte—la separación de Dios que un pecador sentirá en el lago de fuego."

5. La Continuidad de la Presencia Divina hasta la Muerte Física:

Finalmente, el texto aclara que el Espíritu divino no abandonó el cuerpo de Jesús en el momento del grito, sino solo en el instante de su muerte física.

  • "No debemos presumir que el Espíritu de Dios dejó el cuerpo de Jesús en el instante en que El pronunció las palabras, 'Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has desamparado?' El Espíritu divino dejó el cuerpo humano solamente en la muerte."

Se refuerza esta idea con la cita de Juan 16:32, donde Jesús asegura a sus discípulos: "mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo." Esto indica que la presencia de Dios Padre, como Espíritu eterno, permaneció con la naturaleza humana de Cristo hasta su último aliento.

En resumen, los extractos de "El clamor de Cristo en la cruz" ofrecen una interpretación teológica profunda del grito de Jesús en la cruz. Argumenta que este clamor no representa una separación de la Deidad, sino la experiencia de la naturaleza humana de Jesús al asumir el castigo total por los pecados de la humanidad, experimentando una muerte que abarcó tanto lo físico como la separación espiritual de Dios. Esta muerte sustitutoria fue completa y total, evidenciando el rol de Cristo como redentor y la unidad inquebrantable de su persona divino-humana.


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