Seamos testigos de esperanza.

Ser sal y luz en un mundo que muchas veces se oscurece no es una opción, es una responsabilidad.

Jesús no nos dice: “intenta ser sal” o “esfuérzate por ser luz”. Nos dice directamente: “Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo”.

Aquí tres aprendizajes que podemos tomar para vivir este llamado:

1. Conservar lo esencial: Como la sal, estamos llamados a preservar lo que vale la pena: nuestras familias, valores y fe. Si dejamos de ser sal, lo que amamos puede comenzar a corromperse.

2. Ser ejemplo con nuestras acciones: ¿Cuántas veces esperamos que los demás cambien sin comenzar por nosotros? Un pequeño gesto, como dejar el celular para compartir de verdad con nuestra familia, puede transformar un hogar entero.

3. Combatir el mal con firmeza: La sal también servía para destruir lo que debía desaparecer. Así también estamos llamados a rechazar con decisión lo que daña nuestra alma, nuestras relaciones y nuestra vida espiritual.

Y no basta con ser luz por ratitos. Jesús quiere que alumbres constantemente, que ilumines donde haya oscuridad, que no te dejes vencer por el cansancio o la rutina.

¡Tomémonos en serio ser cristianos y vivamos como sal y luz en cada rincón donde estemos! 🙌🕯️

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El día en que Adán Eva se escondieron de Dios.