
DIA 138 - David Regresa a Jerusalén
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Hoy estaremos leyendo 2 Samuel 19 y 20, Hechos 11:19-30 y el Salmo 83:1-7. En 2 Samuel 19, David regresa a Jerusalén después de la muerte de Absalón, pero lo hace con tristeza y tensión. Aunque el pueblo desea celebrar, David llora la pérdida de su hijo. Joab lo confronta y le dice: “Hoy has avergonzado a todos tus hombres que salvaron tu vida... Parece que amas a los que te odian y odias a los que te aman” (2 Samuel 19:5-6, NTV). David entonces se presenta ante el pueblo y comienza la restauración. También vemos momentos de gracia, como cuando perdona a Simei, el hombre que lo había maldecido en su huida.
En 2 Samuel 20, sin embargo, aparece un nuevo rebelde, Seba, que intenta dividir nuevamente al pueblo. Aunque David ha vuelto, la paz todavía es frágil. A través de la sabiduría de una mujer de la ciudad sitiada, el conflicto se detiene sin más derramamiento de sangre. Reflexiona: ¿Estás permitiendo que tu dolor personal opaque la victoria de Dios en tu vida? ¿Qué decisiones estás tomando hoy que fomentan unidad o división a tu alrededor?
En Hechos 11:19-30, la iglesia continúa creciendo, y muchos creyentes esparcidos por la persecución comienzan a predicar no solo a judíos, sino también a gentiles. En Antioquía, una iglesia fuerte nace, y Bernabé es enviado a animarlos. Luego trae a Pablo para discipularlos juntos. El texto dice: “Y fue en Antioquía donde a los creyentes se les llamó cristianos por primera vez” (Hechos 11:26, NTV). Más adelante, al saber de una hambruna que venía, los discípulos deciden enviar ayuda generosa a los hermanos de Judea. Reflexiona: ¿Estás llevando el nombre de cristiano solo como etiqueta o como identidad? ¿Qué tan dispuesto estás a compartir con otros, incluso en tiempos de escasez?
En el Salmo 83, el salmista clama: “Oh Dios, no guardes silencio. No te quedes quieto... Mira cómo tus enemigos se amotinan” (Salmo 83:1-2, NTV). Es una súplica urgente, pidiendo que Dios no sea indiferente ante las amenazas. El clamor no es solo por protección, sino para que Dios defienda su nombre entre las naciones.