• Historias a 45 rpm - Nº 0 - Presentación

  • 2022/06/20
  • 再生時間: 10 分
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Historias a 45 rpm - Nº 0 - Presentación

  • サマリー

  • Historias a 45 rpm Nº 0 - Presentación

    Hola, Soy Juan Carlos Irigoyen.
    Muchas gracias por estar escuchando mi podcast “Historias a 45 rpm”.

    Intentar ser estricto con los recuerdos es tarea harto difícil. Todos, los extendemos o plegamos a nuestro antojo, según nos agraden o no. Consciente o inconscientemente, somos capaces de dilatar un buen recuerdo, hasta el extremo de combinarlo con otros, que ni siquiera fueron contemporáneos, pero, al estar a la altura de nuestras mejores evocaciones, los convertimos en afluentes del mismo río, en nuestra memoria.
    No es ninguna profanación de nuestra sinceridad, sino un mecanismo de defensa ante lo que fue adverso. Al fin y al cabo, nos gratifica pensar que nuestro río de gratos recuerdos, lleva un caudal abundante, y que podremos beber de él hasta el fin de nuestros días. Incluso, que seremos capaces de hacer llegar algún que otro afluente más, para evitar la merma.

    A los malos recuerdos, los convertimos en estanques aislados unos de otros, para que no nos apesadumbren demasiado. Así, podemos ir alejándonos poco a poco de su emplazamiento, aunque seamos plenamente conscientes de que siguen ahí, y que su evocación, vendrá precedida de algún mecanismo que pondrá en marcha, otra vez, el viaje hacia ellos. Es inevitable.
    Un olor, una imagen, una canción o un sueño pueden ser el detonante que nos transporte hasta nuestro estanque arrinconado, o a más de uno, y conviertan nuestro día de más o menos calma en un día agobiante y lleno de tristeza.

    A mí, por ejemplo, cuando escucho una jota navarra se me humedecen los ojos. No es porque me emocione la jota en sí; es, porque veo a mi padre escuchando jotas navarras frente al tocadiscos. Es, la imagen fotográfica de un niño. Una vez que he situado a mi padre, inmediatamente hago un recorrido por la habitación y soy capaz de situar con increíble precisión, la cama, la cómoda, el armario, la alfombra y todos los complementos que uno se pueda imaginar, como la lámpara de la mesilla, la del techo, la pitillera de mi padre encima de la cómoda, justo al lado del tocadiscos, los discos, la taza de café… En fin, parece mentira lo que puede provocar en mi cerebro una jota navarra.
    También, debo decir que la imagen no es triste en sí, ya que es un grato recuerdo de mi padre. Lo que ocurre es que esa imagen, va inmediatamente ligada a su muerte, que es, lo que me produce tristeza. Y es ahí. Ahí es donde está, la inevitable invasión del agua del estanque, que cae al río de los buenos recuerdos y lo tizna con su mancha indeleble.

    Las historias a 45 rpm, son recuerdos que he ido acumulando y escribiendo durante mucho tiempo, en folios, en el ordenador o, incluso, grabándolos directamente en el móvil, si esos recuerdos se manifiestan cuando estoy paseando a mi mascota, Lennon. Una mezcla de mastín y labrador de 45 kg, que rescaté, recién nacido, de un contenedor de basura.
    A medida que se va indagando en la memoria, van surgiendo detalles agazapados que a su vez arrastran otros fragmentos, y estos a otros hasta hilar circunstancias y situaciones, que antes estaban dispersas y ahora, medianamente ordenadas. No quiero decir que cada situación sea una reproducción exacta, pero sí aproximada.

    Si a medida que van apareciendo mis “Historias a 45 rpm”, te gusta la idea de apoyar mi proyecto, tu suscripción, será bienvenida, como esa palmada que te da un amigo en la espalda para darte ánimo, y que luego, te agarra del hombro y camina junto a ti.
    Lo que sí te aseguro es que todo lo que vas a escuchar en “Historias a 45 rpm” está escrito desde mi corazón. Ojalá, tenga la capacidad, de llegar hasta el tuyo.

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あらすじ・解説

Historias a 45 rpm Nº 0 - Presentación

Hola, Soy Juan Carlos Irigoyen.
Muchas gracias por estar escuchando mi podcast “Historias a 45 rpm”.

Intentar ser estricto con los recuerdos es tarea harto difícil. Todos, los extendemos o plegamos a nuestro antojo, según nos agraden o no. Consciente o inconscientemente, somos capaces de dilatar un buen recuerdo, hasta el extremo de combinarlo con otros, que ni siquiera fueron contemporáneos, pero, al estar a la altura de nuestras mejores evocaciones, los convertimos en afluentes del mismo río, en nuestra memoria.
No es ninguna profanación de nuestra sinceridad, sino un mecanismo de defensa ante lo que fue adverso. Al fin y al cabo, nos gratifica pensar que nuestro río de gratos recuerdos, lleva un caudal abundante, y que podremos beber de él hasta el fin de nuestros días. Incluso, que seremos capaces de hacer llegar algún que otro afluente más, para evitar la merma.

A los malos recuerdos, los convertimos en estanques aislados unos de otros, para que no nos apesadumbren demasiado. Así, podemos ir alejándonos poco a poco de su emplazamiento, aunque seamos plenamente conscientes de que siguen ahí, y que su evocación, vendrá precedida de algún mecanismo que pondrá en marcha, otra vez, el viaje hacia ellos. Es inevitable.
Un olor, una imagen, una canción o un sueño pueden ser el detonante que nos transporte hasta nuestro estanque arrinconado, o a más de uno, y conviertan nuestro día de más o menos calma en un día agobiante y lleno de tristeza.

A mí, por ejemplo, cuando escucho una jota navarra se me humedecen los ojos. No es porque me emocione la jota en sí; es, porque veo a mi padre escuchando jotas navarras frente al tocadiscos. Es, la imagen fotográfica de un niño. Una vez que he situado a mi padre, inmediatamente hago un recorrido por la habitación y soy capaz de situar con increíble precisión, la cama, la cómoda, el armario, la alfombra y todos los complementos que uno se pueda imaginar, como la lámpara de la mesilla, la del techo, la pitillera de mi padre encima de la cómoda, justo al lado del tocadiscos, los discos, la taza de café… En fin, parece mentira lo que puede provocar en mi cerebro una jota navarra.
También, debo decir que la imagen no es triste en sí, ya que es un grato recuerdo de mi padre. Lo que ocurre es que esa imagen, va inmediatamente ligada a su muerte, que es, lo que me produce tristeza. Y es ahí. Ahí es donde está, la inevitable invasión del agua del estanque, que cae al río de los buenos recuerdos y lo tizna con su mancha indeleble.

Las historias a 45 rpm, son recuerdos que he ido acumulando y escribiendo durante mucho tiempo, en folios, en el ordenador o, incluso, grabándolos directamente en el móvil, si esos recuerdos se manifiestan cuando estoy paseando a mi mascota, Lennon. Una mezcla de mastín y labrador de 45 kg, que rescaté, recién nacido, de un contenedor de basura.
A medida que se va indagando en la memoria, van surgiendo detalles agazapados que a su vez arrastran otros fragmentos, y estos a otros hasta hilar circunstancias y situaciones, que antes estaban dispersas y ahora, medianamente ordenadas. No quiero decir que cada situación sea una reproducción exacta, pero sí aproximada.

Si a medida que van apareciendo mis “Historias a 45 rpm”, te gusta la idea de apoyar mi proyecto, tu suscripción, será bienvenida, como esa palmada que te da un amigo en la espalda para darte ánimo, y que luego, te agarra del hombro y camina junto a ti.
Lo que sí te aseguro es que todo lo que vas a escuchar en “Historias a 45 rpm” está escrito desde mi corazón. Ojalá, tenga la capacidad, de llegar hasta el tuyo.

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