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El caballero Erik y el niño del río

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ResumenEsta historia, ambientada en Cáceres en el año 1616, narra una aventura del joven caballero Erik. Tras entrenar con su espada, Erik se prepara para asistir a su clase de español con la hermana Ricarda, una monjita entrañable. Al no encontrarla, se preocupa y, acompañado por el guardia Toni, parte en su búsqueda.Al llegar a su casa, descubren que Ricarda está enferma. Juntos logran llevarla al castillo, donde el médico le receta descanso y buena alimentación. Su valiente gesto salva la vida de la profesora.Más tarde, Erik sale a pasear por el bosque y encuentra a un niño desconocido, Tom, tratando de pescar para calmar su hambre. Con empatía y generosidad, Erik le ayuda a construir una red, pescar, cocinar los peces y compartir la comida. Tom, profundamente agradecido, decide que Erik será desde entonces su mejor amigo.Cuento— Machst Du davon ein video o una foto? —pregunta Erik.— Papá responde: no nada de eso, solo estaba mirando...Érase una vez...En un país muy, muy lejano... en una ciudad llamada Cáceres... vivía un viejo caballero, de cuyo nombre no quiero acordarme.Era el año, por aquel entonces, 1616. No había coches ni aviones, sólo había caballos, carretas y los tiempos eran más difíciles de los que nosotros conocemos. No había electricidad, no había calefacción, no había aviones. Todo era más tranquilo. Y la preocupación principal de todos era simplemente llevarse algo de comer todos los días.Bueno, en Cáceres había un palacio y allí es donde vivían nuestros protagonistas. Aquella soleada mañana de invierno se encontraba el caballero Erik entrenando en el patio del palacio —"entrenando" que dice Erik— entrenando con la espada. Y... después de entrenar, le tocaba lo que más le gustaba: ir a las clases de español.Su profesora, una monjita muy simpática y mayor, se llamaba Ricarda. Todos los lunes le tocaba a Erik, después de entrenar con la espada, ir con la monja a aprender a leer y escribir español.Aquella mañana, Ricarda no apareció por clase. Erik estaba muy, muy sorprendido —Ricarda siempre estaba allí.— Uhm, ¿qué pasará? —se preguntó.Así es que se acercó hasta la puerta del castillo. Ricarda vivía a las afueras y, bueno, seguro que debía de haber pasado por la puerta y los vigilantes la habrían visto.Le preguntó a uno de ellos que estaba de guardia: el caballero Toni.— Hola Toni.— Hola Erik, ¿qué tal estás?— Oh, muy bien. Hace mucho que no vienes por aquí.— Ya, ya sabes, estoy muy ocupado entrenando y preparándome para ser un caballero. De hecho, quiero ser un Künstler, un artista, y también quiero poder hacer puentes y quizás pilotar un avión.— ¿Y tú, Erik? ¿A ti qué te gustaría hacer?— Mit einer Espada kämpfen gegen großen Räuber.— Eso es muy loable también. Defender a los más débiles, ¿no? De los ladrones y de los que se portan mal con ellos, ¿no? Muy bien.— Bueno, ¿has visto pasar a Ricarda hoy, Toni?— No, no he visto pasar a Ricarda. Hoy no ha venido. Estoy seguro, llevo toda la mañana aquí y no me he movido.— Uhm... ¡qué extraño! —se dijo el caballero Erik—. Bueno, iré a buscarla a su casa. Tiene que vivir por aquí cerca. Creo que vive cerca de la iglesia, la ermita de San Marquino.Total, que se acercó, iba paseando, la gente le saludaba:— Erik, hola, buenos días.— Hola Erik.Toni ist mitgekommen.Erik le había pedido a Toni que fuese con él. No sabía qué se iba a encontrar y a lo mejor necesitaba ayuda.Toni estaba encantado:— ¡Ah! Es muy aburrido estar en la puerta de guardia todo el día. Le he dicho a otro que haga el trabajo. Me voy contigo.Cuando llegaron a la casa de la profesora Ricarda —bueno, la casa era muy muy pequeñita, pero muy bonita— tenía unas ventanas por las cuales entraba muchísima luz. Pero aquella mañana no era así. Las ventanas todavía estaban cerradas.— ¿Cómo es posible? —Erik empezó a inquietarse—. ¿Le habrá pasado algo?Llamaron a la puerta, pero nadie contestó.El caballero Erik intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada. De hecho, parecía que estaba cerrada por dentro.Erik y Toni ya estaban realmente preocupados. Cogieron impulso y los dos a la vez se tiraron contra la puerta. Esta, con un sonido estridente, cedió bajo su peso y saltó.Los dos caballeros cayeron en medio de una sala decorada muy sencilla pero con mucho gusto y bonita. Apenas podían ver, porque las ventanas estaban cerradas.Erik se acercó a una de ellas y la abrió.¡Oh! La profesora Ricarda estaba tumbada en su cama y la pobre se notaba que tenía muchos dolores.Erik se acercó y cogió un vaso de agua para llevárselo a la boca a la pobre ancianita Ricarda.Ella bebió un sorbo muy pequeñito.— Ay, mis hijitos, muchas gracias por haber venido. Estoy tan enferma... llevo todo el fin de semana sin poder levantarme.— ¡Oh! No te preocupes, nosotros te ayudaremos.— Toni, ve corriendo al castillo y busca al médico. Que ...

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